Este pasado jueves, 28 de octubre, tuvo lugar en la Asociación de vecinas y vecinos de Elitxu una charla sobre «¿qué comen las personas que malcomen?» organizada por Korapilatuz. Se revisó la gran industria alimentaria, los modelos alternativos válidos y los no tan válidos así como el modo en que se afronta la alimentación en la población empobrecida.
Todo lo expuesto el pasado jueves está recogido en un libro que en su propio enunciado lo deja claro «¿Qué comen las que malcomen?». Es un trabajo colectivo realizado desde la Coordinación Baladre, que como se explicaba lleva «años trabajando en la construcción de herramientas desde los grupos que nos sabemos periféricos y que hemos visto en la construcción comunitaria nuestra principal herramienta». Algo que les caracteriza es hablar desde el conocimiento en primera persona pues como se dijo «convivimos con la explotación de personas migrantes sin derechos en las grandes explotaciones agroalimentarias o con las personas desahuciadas, las "sin techo", las precarizadas, las desempleadas,... en el ámbito urbano, pero cada vez más también en poblaciones rurales». Estas situaciones son las que les han interpelado «a poner en el debate del colapso capitalista la clave del derecho a la alimentación, tanto desde la perspectiva de quien produce como de quienes tienen acceso al alimento».
Así la exposición se centró en la mirada que desde ellas tienen sobre la industria agroalimentaria, una industria que es su opinión crítica es «capitalista, no busca alimentar a la población sino los cuantiosos beneficios económicos, patriarcal pues se sustenta en el trabajo silenciado de las mujeres y colonial, tanto en lo que se refiere a la explotación del rural por parte de lo urbano así como la explotación y expolio de los amplísimos territorios en países de América, África o Asia.» Otra pata de esta crítica son los modelos sobre todo aquellos que pretenden ser una alternativa pero «precarizan al campesinado y no contemplan a quienes no pueden acceder al alimento por sus propios medios». Y para finalizar en la crítica está lo que denominan «asistencialismo alimentario.» Todo ello para lanzar una propuesta, «su propuesta», que consiste en «la alimentación sostenida por la comunidad.»
Alimentos o productos comestibles
Dentro de los modelos se repasaron sobre todo el de los comedores sociales, el reparto de alimentos (bancos de alimentos, etc..), las despensas solidarias, las cheques o bonos de comida y las ollas populares o cocinas comunitarias. Los modelos que con mayor profundidad se trataron fueron los comedores sociales y los repartos de comida. La mayor crítica se centra en la calidad de los alimentos si es que se pueden llamar así pues como se preguntaba «¿se les puede llamar alimento o únicamente son un producto comestible?». La falta de producto fresco en los repartos, la reiteración de productos con altas tasas de azúcar que los hace insanos, la falta de personalización, no contemplando las diversas situaciones de las personas perceptoras, enfermedad, intolerancias, etc.. Así como una fuerte dependencia. Y es que parece lo más fácil dar «comida» que solucionar los problemas estructurales que llevan a las personas y familias a dejar de lado la alimentación antes que dejar de pagar la vivienda o los suministros (electricidad...)
Dentro del trabajo realizado para la elaboración del libro, que ya va por la segunda edición, se recogió aquello que «no queremos» como por ejemplo el individualismo, la intermediación, la estigmatización del reciclaje de alimentos, los bancos de alimentos, las grandes superficies, los alimentos ultraprocesados y congelados, la baja calidad de la comida en los comedores escolares, el victimismo entre el medio rural y urbano o la caridad, entre otras cosas. Pero también aquello que «queremos» como lo colectivo, la autogestión, los cuidados, las dotarse de herramientas para la transición como la Renta Baśica de las personas iguales, el empoderamiento de las personas, la ruptura de la polaridad entre el medio rural y urbano, lo colectivo así como continuar con la denuncia y el feminismo atravesándolo todo.
Todos estos temas, que no son pocos, «pretenden ser el comienzo de un trabajo local de cambio» empezando por «incidir en la opinión pública a través de la denuncia» pero también en la conexión entre «iniciativas de agroagricultura locales con iniciativas y personas empobrecidas». La semilla se trató de plantar este pasado jueves y está recogido en el libro que podréis pedir en Erletxea, ahora «regadla y cuidarla para que nazca y crezca es cosa de todes».